La historia d Alfredo,el pelillo vaginal enquistado

Alfredo era un pelillo normal, como otro cualquiera. Desde el día de su nacimiento, pasó toda su infancia en la escuela del poro aprendiendo a echar raíz, y más tarde se graduó en la universidad del pellejo haciendo un master sobre como pelarse las puntas.
El pelillo Alfredo iba todos los días al gimnasio del folículo porque quería hacerse fuerte y grande para no pasar por la piel sin pena ni gloria. El quería ser un pelillo de primera. Pero lo que no sabía el pelillo Alfredo era que el destino tenía otros planes para él.
Ser pelillo no es nada fácil. Hay diferentes tipos de pelillos, desde los mas pequeños y débiles (que pasan totalmente desapercibidos al ojo humano), hasta los mas grandes y fuertes (los gruesos y con más carácter), pasando por los pelillos vagos (que suelen agruparse en las entradas de la frente formando asociaciones alopécicas sin animo de lucro).
Los pelillos más fuertes y gruesos, suelen tener madera de genital, y allí es donde normalmente son enviados: a los bajos fondos. Y es que los bajos fondos son zonas de mucha actividad y donde los pelillos están sometidos a las situaciones y ambientes más extremos. Allí es donde los pelos sufren las presiones y los movimientos sísmicos de cuando uno se rasca los huevos; a veces tienen que resistir el abordaje de las ladillas, cucañas, y otros parásitos; y siempre hay que estar preparado para una decapitación espontánea por rasuramiento o una amputación de raíz por uso de armas químicas de destrucción masiva como es el caso de la cera.
Y es que, a los pelillos genitales sólo les falta la cabra para ser como la legión española; por eso tienen que valer y tienen que echarle huevos en todo momento.
Es por esto que, desde pequeño, Alfredo despuntaba sobre le resto de sus amigos pelillo, y es que Alfredo tenía un sueño: siempre había querido ser un pelillo genital.
Finalmente Alfredo se graduó en la Academia Capilar con honores sebáceos y vio su sueño cumplido cuando fue destinado a una de las zonas de combate con más acción: los genitales de una prostituta rumana enganchada al crack.
Pero hubo un pequeño contratiempo en el cálculo de las coordenadas para su ubicación estratégica en el campo de batalla.
Alfredo siguió sus coordenadas y estuvo atrincherado en lo que parecía un poro durante días… hasta que llegó la hora de salir.
Su primer contacto con el exterior fue duro; todo estaba demasiado oscuro, húmedo y había un hedor a tarraña demasiado fuerte, lo cual no cuadraba con la descripción de su ubicación inicial. Alfredo se encontraba solo.
Era sábado noche, lo que en la agenda de una prostituta rumana adicta al crack, significaba batalla campal. Alfredo estaba desconcertado pero a la vez alerta.
Fue entonces cuando vio como una grieta gigante se empezaba a abrir sobre su cabeza dejando paso a lo que parecía la calva de kiko matamoros.
La calva de Kiko matamoros parecía indecisa, no sabía si quedarse dentro o salir fuera, hasta que llego un momento que de tanto moverse, la calva se mareó y terminó echando la pela encima de Alfredo. Por lo visto la calva había comido sopa de renacuajos.
Lo mismo se repitió una y otra vez durante todo el sábado noche. Eran diferente calvas, pero todas habían cenado en el mismo restaurante, donde parecía que la sopa de renacuajos formaba parte del menú del día. Alfredo estaba exhausto.
De repente una voz le sobresaltó.
-eh, amigo- dijo la voz- ¿que haces aquí? ¿No estarás buscando a un hombre desnudo con una peluca rosa?-
-no exactamente- respondió el pelillo Alfredo- donde estamos? Y quien eres tu?-
- yo soy Juanjo, un papiloma vaginal. Tu eres un pelillo, verdad?- respondió el habitante de la vagina.
-Mierda! Mierda! Mierda!- gritó Alfredo con todas sus fuerzas.
Así es como el pelillo Alfredo se dio cuenta de que sus coordenadas estaban confundidas, y no solo eso, sino que encima no tenía escapatoria porque estaba enquistado.
Durante los siguientes días, Juanjo se convirtió en su mejor amigo. Juntos compartían experiencias, se hincaban en el mullido suelo que les alojaba para provocar picores en la prostituta rumana, y jugaban al padel con los renacuajos que se quedaban despistados dentro de la vagina.
Pero un día la prostituta rumana enganchada al crack fue al ginecólogo…

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